sábado, 28 de marzo de 2009

Libera

Suena la música, movés tus caderas al compás de todos los demás ojos avizores. En la llana oscuridad danzas esa hermosa burla al pudor y a lo racional; el humo se deshace en tu boca (dominadora en los mano a mano). Notas la lujuria en sus pantalones, pero no lo saben: siempre hay más!
Sabemos (vos, yo y algún que otro más) que hay más. ¿Acaso saben ellos del agua de tus ojos antes de dormir? Cerrándolos sos tu verdadero yo, imaginando amaneceres sin finales. Pero en tus sueños no son destellos sin dolor; despertar te hace no querer ver más (¿Cómo puede ser?). En tu exasperada desesperación por huir, tomaste el vidrio y lo hundiste con rabia; se leyó el transtorno en tu rostro. Los manotazos de ahogado no te tocan (¿no funcionan si te ahogas en glóbulos y plasma?), tampoco las palabras que puedan llegar a darte.
Las personas no apuestan por miedo a perder, vos apostaste sabiendo ganar. Tu prisión de camas, lujuria y desamor no te atormentará más. Un morboso en la morgue será el último en descargar su pasión sobre ti, pero no te darás cuenta. Ya no vas a dar cuenta de nada.

Apostaste sabiendo ganar;
apostaste sabiendo que ibas a perderlo todo.

lunes, 16 de marzo de 2009

Dependiente

Estoy frágil ; pasan mis horas entre minutos tristes y segundos desolados. Suelo desencontrarme con una astuta facilidad y el humo me confunde, me noquea y me gana el round. Quedo tendido, no tengo fuerzas para más. Pasa la gente por esta gran ciudad y nadie se detiene o en su defecto me pasan por encima, sin importar cuantas lastimaduras posee mi cuerpo (o lo hondo de éstas..). Reconozco; tuve miedo de que fueras la dueña absoluta de mis días, el simple hecho de ser un "dependiente" nunca me agradó, solía valerme por mi mismo y no precisar de nadie. Pero, ¿qué hago ahora que todo mi costado psicológico depende de tu humor? No comprendo y menos lo entiendo, pero acepto. Acepto que sos la base de mi felicidad hoy en día; acepto que sos una de las pocas personas que necesito conmigo sin queja o retención alguna; acepto (y siempre lo hice) que sos mi princesa en este reino de cartón, tan frágil como mi corazón, pero tan lleno de vos que es incapaz de desmoronarse. Todavía no entiendo como pasó todo esto, pero hay algo que estoy seguro: siempre tuve razón, NADA sucede porque sí, y hasta la nada trae su consecuencia.
Te pido por favor: levantame que estoy ciego (o, quizás, siempre lo estuve).

Yo pongo el mapa, pero vos mia mor .. vos guiame.

viernes, 13 de marzo de 2009

Vivencia en la Ciudad Gris

Vago sin brújula por estas calles sin reconocerlas. Tengo en mi cabeza varios paisajes con verde y azul, pero ninguno gobierna aquí. Lo blanco de la paz y lo negro de la soledad se fusionaron a la perfección en este esquema; la Ciudad Gris. Esto no se equipara a nada conocido.
La gente pasa sin más, no se detienen sin orden previa del reloj (no hay lugar para el sentimiento). Se levantan y van a trabajar; de 12 a 13 hs almuerzan; de 13 a 14 hs sobremesa; de 14 a 17 hs siesta; de 17.40 a 20 hs juegan al fútbol; luego cenan y duermen.
Yo me pregunto.. ¿Cuándo aparece el ocio? ¿Donde se esconde ese error tan humano y comúnmente llamado pasión (o amor)? ¿O es que acaso se olvidaron del viejo blues?
Subestiman la verdad (mi verdad). Mi vida es a base de errores, destierros y dulces despedidas; así vivo, juego, pierdo y aprendo (ya me conocen, no voy a cambiar).

En la Ciudad Gris no hay perdón, simplemente porque no existe el olvido, ya que no hay nada que olvidar. Yo no podría vivir en este mundo...

Su vida depende del reloj;
yo prefiero, siempre, un poco de CAOS.

martes, 10 de marzo de 2009

Paradoja de magia y miedo.

Difícilmente encontraré en esta ciudad un poco de calor, ni de esa magia que desata tu incomprensible locura. Dentro de mi materia gris, mi delirio tomo espacio a cada paso que daba; cada incertidumbre se transformó en daga (y no quise frenar). El miedo tomo escena, se materializó en la mesa y apuró el vaso, riéndose a hurtadillas de mi persecución; no pude más. Crucé el umbral, sin medir las consecuencias que ahora me nublan. Te vi, obsesionada con los colores del cielo y sin notar mi presencia. Recuerdo el momento en que mis pupilas se deslizaron por tu cara hasta depositarse en sus pares; también recuerdo haber visto al miedo escaparse por la ventana (¿por sentirse en tu magia, o por mi decisión a quedarme con vos?). Los muertos festejan su mínima victoria y estás a centímetros míos; definitivamente se cumplieron nuestros deseos. Ahora tu piel roza mi control y ya no necesito más. Tu magia hace dar vueltas, volar y anima a la vida; tu voz me da color. Mientras que vos y tu despreocupación se explayaban no busqué nada, solo que siguieras tu curso y me obligan a escucharte. No pude despegarme, no pude decidirme a agarrarte de la mano y decirle a tu alma, a tus ojos y tu locura que no quería bajar; que no te quise (ni quiero) a distancia.
Conforme la niebla se forma, te vas alejando feliz (¿al fin?). Tu magia se aleja, pero deja un recuerdo y la constancia de un hecho IRREFRENABLE.

El miedo se quedó tiritando;

sin vos, le hago compañía.

jueves, 5 de marzo de 2009

De toda esa gente, la única era ciega era yo.

Morir dándole todo a la nada (entre el amor y lo que vale). Caminando en un horizonte omnipresente, donde la razón y la fuerza, casi simbólicas, son estandartes. ¿Cuántas veces dejamos todo sin importar nada? Mi causa era mi Dios, mi escudo de luz; ya no interesa (volviste nulo esto). Degollaste al lobo y querés jugar al cordero, y en esta oscuridad no hay jefe y hasta el peón se puede comer al rey. Soy tu 4 de copas y no te sirvo ni para el envido, te cansaste de barajar y no querés apostar a nada, dejas que te lleven de paseo y ahí vas (no importa más que eso). Si la estuve peleando por vos, ¿te importa? ¿Te importa, acaso, si me calcé los guantes y salí a pelearla al lado tuyo, todo por la causa mayor?

Basta, me harté de tu ser efímero, que cuando me canso de remar, me gatilla la sien.

martes, 3 de marzo de 2009

Jugando a la ambigüedad

Vamos cielo, ya es tarde y seguimos con este tonto juego. Las fichas se cansaron y ya no quieren mover ni satisfacernos (ironías mi amor, ironías...), lo hicieron al compás de nuestro amor y ya no queda nada en esta mesa más que el solitario tablero. Cerramos la puerta y dejamos todo adentro: ternura, besos, caricias, placer… pero, sin embargo, siempre guardamos la llave. Pensar que en ese cuarto pasé algunas de las mejores horas de mi vida. Aunque cambiara el lugar, la ambientación, los colores, para mi el tiempo con vos era en un cuarto donde no había ningún otro estímulo que el tuyo (y vaya que me encendiste), nadie más que vos y yo. ¡Como me complacías amor, como me complacías!. Con vos era diferente, éramos un mar donde fácilmente pasábamos de la calma a la tempestad, pero siempre juntos. Que con vos era mucho más que una simple lujuria. Todos podrán decir “sexo”, pero solo yo sé que, con vos, fue “hacer el amor” (y que diferencia que hay, me estoy dando cuenta…).
¿Qué nos pasó? ¿Porqué volvimos a esta habitación? Nos miramos, callamos, nos volvemos a mirar, ambiguamente vemos el tablero y nos sentamos. Recordamos como iba la partida… siempre compartiendo el casillero, siempre juntos.
Dale querida, ¿qué vas a hacer? ¿Vendés el cuarto o no? Tirá los dados, adelante tenés: “perdés el turno”, “fin de la partida” (nunca me gustó la soledad, mi amor…) y “volver a empezar”.

Vamos, decidí, a vos te toca.