sábado, 28 de marzo de 2009

Libera

Suena la música, movés tus caderas al compás de todos los demás ojos avizores. En la llana oscuridad danzas esa hermosa burla al pudor y a lo racional; el humo se deshace en tu boca (dominadora en los mano a mano). Notas la lujuria en sus pantalones, pero no lo saben: siempre hay más!
Sabemos (vos, yo y algún que otro más) que hay más. ¿Acaso saben ellos del agua de tus ojos antes de dormir? Cerrándolos sos tu verdadero yo, imaginando amaneceres sin finales. Pero en tus sueños no son destellos sin dolor; despertar te hace no querer ver más (¿Cómo puede ser?). En tu exasperada desesperación por huir, tomaste el vidrio y lo hundiste con rabia; se leyó el transtorno en tu rostro. Los manotazos de ahogado no te tocan (¿no funcionan si te ahogas en glóbulos y plasma?), tampoco las palabras que puedan llegar a darte.
Las personas no apuestan por miedo a perder, vos apostaste sabiendo ganar. Tu prisión de camas, lujuria y desamor no te atormentará más. Un morboso en la morgue será el último en descargar su pasión sobre ti, pero no te darás cuenta. Ya no vas a dar cuenta de nada.

Apostaste sabiendo ganar;
apostaste sabiendo que ibas a perderlo todo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario